Entrevista Jorge Servin

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Sin duda, una de las actividades más difíciles de entrar y trabajar, es la escena musical. Se piensa (erróneamente) que, si se quiere trabajar en ella, “no se debe renunciar al trabajo real”. Romper esquemas y crear un nombre por sí mismo, es el esfuerzo que deben hacer día con día los músicos para lograr sus metas. Jorge Servín es un claro ejemplo de esto. A sus 15 años, comienza a tocar la batería en Metepec, Estado de México. Al terminar la preparatoria, decide tomar un rumbo distinto, para estudiar aviación y ser piloto. No fue mucho el tiempo que le tomó para darse cuenta de que ese no era el camino que él quería seguir. Actualmente, es uno de los bateristas más activos en la escena musical, participando en una diversidad de proyectos, en los cuales, nos comparte su lenguaje, dejando impreso su ritmo, identidad y sinceridad.

La Oreja Sorda tuvo el honor de compartir y conversar con este gran artista mexicano, amante de los videojuegos. Te invitamos a conocer más acerca de él.

La Oreja Sorda: ¿Cuál fue el motivo principal por el que decides dejar la aviación para dedicarte a la música?

Jorge Servín: La respuesta es muy fácil y rápida. Llegó el momento en el cual me pregunté: “¿a qué quiero dedicarme?”; y simplemente me imaginé una vida siendo piloto, pensando que en algún momento fui baterista, y viceversa. Lo más llevadero y sensato, fue decidirme a favor de la música. Estudié aviación, pero lo mío es la música, la batería, porque desde que comencé con la música, cambió mi vida.

 

¿Creciste en un ambiente musical?

Sí, pero no porque mis papás fueran músicos; a mi familia le gusta la música. A mi abuelo le gustaba escuchar música de big band; le gustaban todos los crooners (como Frank Sinatra), y en todas las ocasiones que lo visitaba, recuerdo que estaba viendo el beisbol y escuchando alguna big band al mismo tiempo. En otras ocasiones me dejaba jugar Nintendo escuchando big bands. Mis padres escuchaban a los Beatles, The Police, Queen; mi papá algunas veces escuchaba Led Zepellin. Siempre estuve rodeado de todas estas bandas, que hasta el día de hoy me encantan. Soy fan de Sting, Stewart Copeland, uno de mis bateristas favoritos. De algún modo crecí en un ambiente musical.

 

¿Cuál fue tu primer encuentro con el jazz, y qué impacto te causó?

Estudiando batería, mi maestro siempre decía: “los bateristas de jazz, o el jazz, es la complejidad total”; no necesariamente es así, pero me hizo pensar que debía acercarme. Yo quería tocar en serio, y si esos tipos tocan en serio, yo quiero ver qué onda. Recuerdo que fui a una tienda de discos en Metepec, y me dirigí a la sección de jazz; compré un disco de Chick Corea Akoustic Band, la cual era mi única referencia, ya que vi a Dave Weckl en la portada, y era uno de los bateristas de fusión, que yo había escuchado. En la portada, un piano, un contrabajo y Dave Weckl. Me dije: esto debe ser jazz. Llegando a casa, lo puse en mi grabadora y no lo escuché ni 2 minutos, no entendía nada, no me gustaba; pero me quedaba la curiosidad de entender. Así poco a poco me forcé a escuchar jazz. De algún modo fui acostumbrando a mi cerebro, y creo que aún no lo entiendo, pero me gusta mucho.

 

¿En cuántos proyectos musicales participas actualmente?

Estoy en muchos, pero algunos están en standby. Ahora, con lo que estoy más activo, es XUC Trío, con Juanjo Gómez, que es un guitarrista salvadoreño increíble. Juanjo tenía su música, y quería armar el proyecto, en el cual me invitó a ser parte. Después se juntó Chuck Miguel Rodríguez, un gran bajista. Grabamos un disco llamado Semillas de Copinol, y estamos tocando con este proyecto, pues no queremos dejar que se nos hunda el barco. También estoy tocando con Esteban Herrera, pianista que conocí en el Estado de México, y mucho tiempo tocamos allá. Ahí fue donde empecé a tocar jazz. Después de un largo tiempo sin vernos, comenzamos a tocar de nuevo en la Ciudad de México al lado de Miguel Rodríguez Chuck, en el bajo; hemos grabado 3 discos, el primero llamado Estrella que se grabó hace 3 años, cuyas composiciones son originales de Esteban. Después nació Origen, que es un experimento de Esteban, pues hace un tributo a los grandes standards de jazz. Y finalmente Fantasma, que de algún modo siento que es la segunda parte de Estrella, ya que le da continuidad a la búsqueda de Esteban. Martin, es un dueto que tengo con el guitarrista Federico Sánchez. Fede es alguien que tiene una voz propia; yo lo veo como un personaje incorruptible, tiene muy claro su objetivo, y no lo puedes llevar para otro lado. En Martin no estamos haciendo jazz, es música inspirada en la época que nos toco vivir. Somos casi de la misma edad, crecimos en un ambiente similar: vídeo juegos, películas, caricaturas y la música electrónica. Por lo tanto, este dueto está basado en la música electrónica, mucho hip hop. La onda visual también influye mucho en la música del dúo. Hay más cosas pero aún están flotantes.

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¿Cómo seleccionas los proyectos en los que participarás?

Tengo la fortuna de estar muy ocupado. En un principio, cuando comencé a clavarme en el ambiente musical, aceptaba todo. Yo quería que la gente me conociera porque me gusta hacer música. Me gustaría estar en todos los proyectos que me invitan a participar, pero ya no puedo. Anteriormente, cuando aceptaba todo, tenía muchos compromisos, entre ensayos y conciertos, así que comencé a fallar en algunos por cumplir en otros. Entonces tomé la decisión de relajar la carga, y tratar de dar continuidad a las cosas. Me gusta quedarme en proyectos en los cuales hay seriedad y planes a futuro. Otro gran filtro, es que trato que sean proyectos que llamen mi atención; si es solo por dinero, y no me gusta, no lo hago, aunque suene extraño, porque no hay dinero realmente (risas). Trato de seleccionar cosas que me exijan como instrumentista, y como ser creativo.

¿Tu enfoque creativo es el mismo para todos los proyectos, o cambia?

Cambia mucho. Eso es como otro filtro, con respecto a la pregunta anterior. Me enfoco en proyectos donde me permitan ser yo. Entiendo que muchas veces se deben tener ciertos lineamientos, y respetar las ideas del compositor. Siempre trato de estar en el contexto y respeto, hasta cierto punto, la voz de lo que se quiere tocar, pero soy creativo en cada oportunidad para imprimir algo nuevo que sea mi estilo, mi sonido, plasmando mis ideas musicales. Mi enfoque es ser original siempre y seguir los parámetros de la música que se está tocando.

¿Crees que el virtuosismo es importante en la música?

Yo conozco gente que es virtuosa creativamente, pero no técnicamente, y viceversa. Entonces es una pregunta relativa. No creo que sea necesario tocar un instrumento como si tuvieras 8 brazos y 4 cerebros; muchas veces las cosas más simples son las cosas más bonitas, las que transmiten más. También hay música que exige eso, un desarrollo técnico impresionante, pero no se requiere ser un virtuoso en técnica para hacer buena música. Existen muchas muestras de esto, por ejemplo, Ringo Starr, que no necesariamente era el mejor baterista de la historia, pero tiene cosas increíbles, y no era un Marco Minnemann. Y así hay mucha gente que toma una guitarra y no sabe qué acorde está tocando, y dices ¡woo-hoo! qué onda con este tipo. Finalmente, la música está en nosotros, no en el instrumento. A veces olvidamos eso, pero es algo que debemos tener muy presente. Lo que hay que nutrir, cultivar, limpiar y tener bien a punto, es nuestro ser, y después el instrumento.

¿Cuál es tu mayor fuente de inspiración para crear música?

No me considero compositor. Donde más participo en el proceso creativo es con Martin. Esto se vuelve como un chiste entre Federico y yo. La inspiración puede ser desde alguna melodía que un tipo venía cantando en el metro, o algún escenario de un vídeo juego (el mundo tres de Battletoads, por ejemplo, así sucede). A veces estoy chiflando algo, y nos sentamos a tratar de componer, o Fede pone una serie de acordes, y me propone crear una melodía. Fede de algún modo cultiva eso en mí, me pone en ese lugar en el que nunca estoy, y así es como los dos generamos las ideas. Es algo que le agradezco mucho; es como un gran guía espiritual. La inspiración puede ser cualquier cosa, es estar abierto al experimento. Algún día pienso formar mi proyecto, y plasmar algo que tenga en mente. Espero que eso suceda pronto.

¿Crees que la música pueda tener un impacto social que haga mejorar la situación de nuestro país?

Cuando comencé a obsesionarme con la música, me di cuenta que podía cambiar mi estado de ánimo. Me percaté de ello cuando empecé a tocar. Si estaba triste, ponía alguna canción y cambiaba repentinamente mi estado anímico. Creo que la música influye en las personas. Ahora me muestro un poco pesimista con la situación del país y del mundo. La música puede generar un cambio significativo. Por ejemplo, en la radio se emite mucha basura; aclaro, no toda. Si se quitara esa parte, y hubiera una exposición musical más creativa, música con un trasfondo real, tal vez cambiaría. Rescatar, por ejemplo, nuestra música tradicional que es hermosa; pocas veces prendes la radio y escuchas un son jarocho. Sería muy bueno ver ese cambio, y ver qué sucede; como un tipo de experimento, algo como el “hoy no circula”, pero un día de “hoy no basura en la radio” (risas). Sí creo que pueda existir ese cambio, tal vez, modificando el estado de ánimo de la gente. Siempre se puede dar un mensaje positivo, una manera interesante de entrar en la psique de las masas. Creo que eso puede ayudar, porque siempre está esa «oreja no sorda» que está dispuesta a recibir ese mensaje, y hacer una diferencia.

¿Cuál es tu perspectiva de la escena musical en México?

Creo que es un momento increíble. No sabría decirte como estuvo en los 70’s ó 90’s, porque yo no estuve activo en ese tiempo, pero definitivamente pasaron cosas maravillosas. Maestros como Agustín Bernal, en el jazz; otra generación como Aarón Cruz, el mismo Hernán Hecht, Mario Patrón, Enrique Nery, por mencionar algunos. Tanta gente que tuvo el compromiso, y sabemos que no está fácil decidir hacer música propia, pero ellos lo hicieron. Personas creativas que sentaron bases para que esto sucediera, y ahora está pasando. Existe un movimiento muy fuerte, y al parecer es un suelo muy fértil. Músicos del extranjero voltean para acá, y vienen a tocar. Ese intercambio se vuelve muy importante porque se aprende mucho. Pongo como ejemplo a Todd Clouser,  guitarrista,  gran compositor, y cantante; muy creativo y productivo. Todd viene a la Ciudad de México con muchos proyectos. Uno de ellos es su banda A Love Electric, con Aarón Cruz en el bajo, y Hernán Hecht en la batería; son como una locomotora brutal, y están próximos a estrenar disco. Alguna vez hice unas suplencias con A Love Electric, y conocí a Todd. De ahí nace Magnet Animals, con  Shanir Ezra Blumenkranz en el bajo, Eyal Maoz en la guitarra, Todd guitarra y voz, y yo en la batería. Vamos a presentar el disco en mayo, saldrá en vinil y CD. Este es un panorama claro de que la escena musical en México, es muy buena y hay que aprovechar el momento.

¿Cómo encuentras ese equilibrio entre familia, proyectos musicales, y estudio técnico?

Tengo una familia muy joven, mi bebé tiene 3 meses, y ese equilibrio todavía no lo encuentro. Eso de mantenerme técnicamente al tiro, no sé cómo va a ser en un futuro. En el lado familiar no la tengo tan difícil, afortunadamente. Por ahora paso mucho tiempo con mi bebé, y eso me tiene muy feliz. Con esta situación, te das cuenta que estudiar para mantenerte técnicamente, pasa a quinto plano; pero ahora estoy experimentando algo que me nutre a otro nivel personal, más sentimental, muy cabrón e interesante que espero que continúe. Ahora mi prioridad más grande es mi joven familia y mi trabajo. Afortunadamente sigo tocando, y no he descuidado nada.

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¿Cómo defines a tú instrumento?

Un ente malvado que me reta día a día, que me tiene atrapado en sus garras, y a la vez, me ha dado las cosas más bonitas de mi vida. Gracias a eso me acerqué a la música, y gracias a la música he conocido a grandes personas, que están tratando cosas en otro nivel, muy humana y abierta; al final artistas reales. Personas que te dan todo, sin dudar. Miguel Rodríguez Chuck, Federico Sánchez, mis amigos. Gente de otra generación que de algún modo nos ha abrazado, como Aarón Cruz, quien es como mi guía, Iraida Noriega, Juan José López, Juanjo Gómez, Todos somos como una gran familia. La batería me ha acercado a esto, y es un reto día a día; es una cosa brutal. No es fácil mantenerse con buen centro y decir que lo que haces, vale la pena. A veces, en las redes sociales ves cosas sorprendentes y te dices: jamás podré hacer lo que ese brother. Pero al final debes entender que no se trata de hacer lo mismo, sino que cada quien con su propia voz, se encuentra camino, lo explota, y ofrecer lo que tiene. En una ocasión escuché a Enrique Nery decirle a Nur Slim: «jamás estés en conflicto ni en competencia con nadie más que contigo mismo». Eso se me quedo grabado, y es una gran lección.

¿Qué aconsejarías a los jóvenes que comienzan en el ambiente musical?

Que no se asusten, sobre todo con lo abrumador y aplastante que puede ser ver personas tocando de una manera sorprendente, sea cual sea el instrumento. Mejor, estudien en serio, porque no hay una solución mágica. En ocasiones dando clase de batería, llegan alumnos que creen que es como el Nintendo, con el password pasar al mundo 10, saltándose los otros 9, y pues, no hay manera, hay que estar ahí desde el mundo 1, y perder mil veces, frustrarse y entender. Volver a intentar, y entonces, de repente, pasar al mundo 2, y así sucesivamente. Sean serios, sean profesionales en lo que hagan, sean puntuales, eso vale oro. No imitar a otros y buscar su propio vocabulario musical.

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